EL TERRORISMO EN EL PERÚ

25.04.2025

LA VIOLENCIA TERRORISTA DE SENDERO LUMINOSO Y EL MRTA:

Sendero Luminoso (SL) y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) fueron grupos terroristas en Perú durante los años 80 y 90. Sendero Luminoso, liderado por Abimael Guzmán, promovió una revolución maoísta, utilizando tácticas extremas como asesinatos y secuestros, especialmente en zonas rurales. MRTA, inspirado en Túpac Amaru II, también adoptó el marxismo-leninismo pero con un enfoque más amplio y popular. Ambos grupos causaron miles de muertes y gran sufrimiento, hasta que fueron derrotados a finales de los 90 por el gobierno peruano.

ORIGENES IDEOLÓGICOS:

Sendero Luminoso (SL) Y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) compartían una ideología marxista-leninista, pero con diferencias clave en sus enfoques. 

Sendero Luminoso, fundado por Abimael Guzmán en 1980, seguía una interpretación radical del maoísmo, enfocándose en una revolución campesina y en la guerra popular prolongada para derrocar al Estado peruano. Su objetivo era instaurar un régimen comunista mediante la violencia armada y la dictadura del proletariado, rechazando cualquier forma de negociación.

El MRTA, fundado en 1982, también era marxista-leninista pero con una visión más amplia, inspirada en Túpac Amaru II. Además de la lucha contra el imperialismo y las injusticias sociales, buscaba una revolución más inclusiva, que uniera a diversas clases sociales, no solo campesinas, y estaba dispuesto a explorar soluciones políticas.

En resumen, Sendero Luminoso adoptó una línea maoísta radical, mientras que el MRTA combinaba el marxismo con un enfoque más nacionalista y de justicia social.


CAPTURA DE ABIMAEL GUZMAN Y LA CAÍDA DE SENDERO LUMINOSO:

La captura de Abimael Guzmán el 12 de septiembre de 1992 fue un golpe decisivo para Sendero Luminoso. Guzmán, líder del grupo maoísta, fue arrestado en Lima tras un arduo trabajo de inteligencia de la policía peruana. Su captura debilitó enormemente a la organización, que perdió gran parte de su estructura y capacidad operativa. Aunque Sendero Luminoso continuó existiendo en algunas áreas rurales, ya no pudo recuperar su poder. En conclusión, la detención de Guzmán marcó el fin de la fase más violenta del conflicto, dejando a Sendero Luminoso como una organización marginal y prácticamente desarticulada, mientras que el gobierno peruano consolidaba su victoria contra el terrorismo.

Consecuencias del Terrorismo en el Perú

El terrorismo en el Perú, principalmente durante las décadas de 1980 y 1990, dejó un impacto devastador en la población y la estructura social del país. Los grupos subversivos Sendero Luminoso (SL) y el MRTA (Movimiento Revolucionario Túpac Amaru), junto con la respuesta estatal, generaron una crisis humanitaria con secuelas que persisten hasta hoy.


Consecuencias Humanas: Violencia, Trauma e Impunidad

El conflicto armado interno causó aproximadamente 69,000 muertes, la mayoría de ellas civiles campesinos e indígenas atrapados entre la violencia terrorista y la represión militar. Sendero Luminoso cometió masacres brutales, como en Lucanamarca, donde asesinó a 69 personas con machetes y piedras, mientras que las Fuerzas Armadas respondieron con ejecuciones extrajudiciales, como la masacre de Accomarca, Los Cabitos, y desapariciones forzadas. Miles de familias quedaron destrozadas: niños huérfanos, mujeres violadas y comunidades enteras desplazadas.

El trauma psicológico sigue vigente: muchos sobrevivientes sufren estrés postraumático, depresión y ansiedad, agravados por la falta de atención estatal. Además, la impunidad ha sido un problema grave: aunque líderes como Abimael Guzmán fueron condenados, muchos militares involucrados en crímenes nunca enfrentaron la justicia. Las víctimas aún esperan verdad y reparación, mientras el Estado avanza lentamente en la exhumación de fosas comunes y la identificación de desaparecidos.

Consecuencias Sociales: Fractura, Desconfianza y Reconstrucción Incompleta

El terrorismo dividió al Perú entre quienes apoyaban la lucha antisubversiva y quienes denunciaban los abusos del Estado. Las regiones más afectadas (como Ayacucho y Huancavelica) fueron estigmatizadas, y sus migrantes sufrieron discriminación en las ciudades. La economía rural colapsó: escuelas quemadas, cultivos destruidos y un vacío que el narcotráfico aprovechó en zonas como el VRAEM, donde aún operan remanentes de SL.

La desconfianza en las instituciones persiste, alimentada por la corrupción y la manipulación política del conflicto. Aunque la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) documentó los crímenes, muchos peruanos aún discuten su legado. Las reparaciones a víctimas han sido insuficientes, y casos emblemáticos como La Cantuta o Putis siguen siendo heridas abiertas.

El legado del terrorismo y su uso en la política actual

El legado del terrorismo en Perú, especialmente el de los años 80 y 90 marcado por el grupo terrorista Sendero Luminoso y el MRTA (Movimiento Revolucionario Túpac Amaru), ha dejado una huella profunda en la sociedad peruana. Este periodo sangriento, que causó más de 69,000 muertes, no solo provocó un trauma nacional, sino que también transformó profundamente la política, la seguridad y la cultura cívica del país.

~Miles de personas huyeron de las zonas rurales hacia las ciudades, generando un crecimiento desordenado de Lima y otras urbes.

~La violencia paralizó la economía en varias regiones, afectando la agricultura, la educación y las infraestructuras.

~Sendero Luminoso cometió atentados, masacres y reclutamiento forzado, imponiendo un régimen de terror. en el Perú.

En la política peruana actual, el terrorismo y su uso, especialmente en contextos electorales, se presenta como un tema complejo y controversial. Se ha utilizado como una estrategia para desprestigiar a oponentes políticos y generar miedo en la población.

Hasta hoy, cualquier discurso o propuesta política que se acerque a ideas de izquierda o crítica del sistema es rápidamente tildado de "terruca" o "terrorista". El término "terruqueo" es utilizado para quitar valor a políticos, activistas, periodistas o movimientos sociales, acusándolos sin pruebas de simpatizar con grupos subversivos.

En campañas electorales, la acusación de tener vínculos con grupos terroristas se ha utilizado para desacreditar a candidatos y construir una imagen de enemigo.

Testimonios

"Los senderistas llegaron una noche y se llevaron a mi hermano. Nunca más lo volví a ver, solo escuché los disparos en la montaña."

María (Ayacucho)

1984

"En mi barrio ponían bombas cada semana. Vivíamos con miedo de salir a comprar pan y no regresar."

Virgilio (Lima)

1992

"El ejército entró a mi casa buscando terroristas. Nos gritaban y revisaban todo, pero nosotros solo éramos campesinos."

Rosa (Huancayo)

1988

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